a Pablo Vergara y Aracely Romo
4A – AMANECER – LAS QUILAS
si estoy luchando / lo escribo todo
desplegado hacia lugares que conozco
tomo signos por fisuras de un tiempo
tan extraño que olvidé / se hizo mío
se desaguan las hojas por la orilla del camino
entre hojas de geranios
con las rejas entreabiertas según recuerdo
oxidadas
un carril cubierto por la gravilla y un par de plantas
de jardín
que vende el puesto al lado
recuerdas ese gran camión
rojo
se sabe reconocer ahora de grande
tras el container
abren las puertas otra época dolorosa
de anotaciones en papel roneo o calendarios
entre otros documentos y libros que tal vez fueron quemados
o enterrados en el patio
o perdidos atrás de una tabla floja de casa de seguridad
entramos al galpón
estaba oscuro
caían ráfagas de luz por los hoyitos del techo
eran más visibles las partículas de polvo
todavía suspendidas
había vestones con hombreras de los 80′ y muebles con manchas de humedad
de horrorosas manchas
y de costras
lo llamaste las Urracas o algo así
sentí la derrota deslizarse por los harapos
o las frazadas que nos hacían falta
han pasado 33 años 48
años 112 años / 480 años y un día
la gravilla sigue sonando cuando caminas
la impunidad
ver en nuestra cara las caras desnudas de los pueblos
en acto
dirigir la rabia y la violencia
todavía la 4 pasa por Las Quilas
el sonido de la gravilla basta para reconocer
que esa mano que se abre y expande
para tomar un geranio
se devuelve con otras manos
manos que escriban este poema
manos que combatan en la caricia
manos que organizan a pesar
de la presencia y la ausencia
de irremediables manos que saben que es posible transformarlo todo
que lo sueñan como quienes lo soñaron
que lo viven en la idéntica medida / hasta vencer
o morir
o quedar mutiladas
estalladas en las faldas del Cerro Ñielol
Antonio Pavez Díaz