Te conocí el 2012 a mis tiernos 20 años, cuando decidí salir del anonimato de mi pluma y compartir mi poesía. Para ese entonces inexperta (como ahora), junto a mi grupo de literatura te invitamos a participar en el Encuentro Nacional Teófilo Cid, aceptaste, pusiste tus condiciones y las aceptamos.
Cuando llegaste a Temuco yo no era la encargada de ir por ti, yo tenía que esperar a los otros poetas. Llegaste al lugar enfurecida “como una perra”. Me confesaste que te querías ir, pero que no tenías los pasajes de retorno a tu ciudad natal, entonces decidiste esperar, con frío sureño, con hambre de la mañana. Con mi poca experiencia te vi y pensé “que diva”, lo pensé tanto que lo anoté en mi libreta de poesía, a la cual le quité el polvo para recordarte otra vez.
Cuando abriste las puertas del salón y de nuestras almas, lo hiciste cuan Joan Jett hizo su entrada en el rock. Brillante entre tanto poeta que te miraba y querían fotografiarte, definitivamente eras la rockstar de la poesía. Cuando comenzaste a declamar fue cosas de segundos para sentir la musicalidad de tu voz, de tu cuerpo, de tu alma, fundiendo cada neurona de mi cabeza y confundiendo mis sentidos. Y tenía que ser así, porque eras “la más palabra, la más sonrisa, los más ravioles, la más sexuante”.
Después de compartir unos vinos en el bar Radical, nos pusimos a tono, nos conocimos y esa diva terminó por encantarme, a tal sentido que juntamos nuestras cabezas y nos demostramos cariño. Me dijiste que la poesía tenía que ser lo que yo sintiera y no lo que un par de viejos poetas me decían que era poesía (sé que lo dijiste por uno de los escritores que contaba las rimas de cada joven poeta que declamó ese día), me dijiste que estabas feliz porque había más mujeres poetas que cuando eras joven.
Cuando llegó el último día del encuentro quise quedarme con un recuerdo tuyo y te compré Maldita perra, el cual firmaste para mí “para mi nana, un abrazo, Maha”. Si te tuviera que confesar mi experiencia con el libro, no fue lo que yo esperaba, porque quizá no pude sentirlo, leía la perra aquí, la perra allá, somos todas perras: “no todas las perras hablan y las que hablan son sólo perras”, la perra modelo”, “las perras con los perros”. Tuvieron que pasar 7 años para volverte a ver y entonces comprendí que esa perra era fuerte, rimbombante, poderosa y me volviste a reencantar.
El 6 de diciembre del 2019 vi tu rostro y tu alma por última vez, quise pasar más tiempo contigo, pero una diva como tú tenía que firmar libros a sus fans del rock literario. Me limité a sacarnos una foto (la cual no tengo en mis manos para mirarte) y no quise molestar, me arrepiento porque pensé que no sería el último adiós.
Te recuerdo Maha, recuerdo tus ropas combinadas entre el rojo y el negro y ese collar de madera que tanto te gustaba portar. Te recuerdo roja como la sangre que bombeaba rebelde por ese corazón, te recuerdo negra por el dolor que dejaste en nuestras almas. Y aún con todas las dedicatorias en tu Facebook de amigos poetas que te hiciste por el país compartiendo tu arte, no puedo creer tu partida, porque te fuiste tan rápido como se va la palabra, pero quedaste como quien la plasma en un papel. Y como tú bien dices tus poemas pesan como ladrillos, porque ningún viento del olvido podrá moverlos, ni de mis recuerdos, ni de los de ellos, ni de los que apenas te conocieron.
Finalmente te consumiste al compás de tu cigarrillo. Hasta siempre Divine Maha.
Perra vieja si rivolve
entre la suda ácida de su saliva
y el hiedor de su pielaje
una estrella solitaria
cruza la izquierda del cielo
les monstru me llaman
piden que me coraje me belleza
me liderazgo en asuntos
gubernamentales del paraíso
a lo lejos suena un rockerío
cómo anhelo estar allí
Maldita perra, Maha Vial, p.74
Yisselle Valenzuela Morinette (Ophelia), (1992). Estudiante de Pedagogía en Lengua Castellana y Comunicación de la Universidad Católica de Temuco. Organizó el Encuentro Nacional de Poesía Teófilo Cid en el año 2012 junto a su grupo de literatura en el IP Chile, Temuco. Poeta clandestina que a veces participa en eventos para mostrar su poesía.